Las informaciones acerca de Anastasio y la sublevación
indígena son incompletas y erróneas.Pero según la información que encontramos
acerca del Indio Anastasio Aquino es que es nacido en Santiago Nonualco, 16 de
abril de 1792- y muere en San Vicente, 24 de julio de 1833; además se dice que fue
un líder indígena salvadoreño que encabezó la insurrección de los nonualcos, un
levantamiento campesino en El Salvador durante la existencia de la República
Federal de Centro América. Nació en el seno de una familia que pertenecía al
linaje de los Taytes (Caciques) de la etnia de los Nonualcos, pueblo indígena
que ocupaba el actual territorio del departamento de La Paz.
El Indio Atlacatl |
El indio Anastasio Aquino es uno de los más populares.
Indagando al ver cómo trataban los patronos a sus peones indios, Aquino comandó
una peligrosa insurrección en la región de los nonualcos (zona para central del
país) durante el año 1833. Tanta fuerza cobró el levantamiento que Aquino pudo
penetrar con sus tropas en la ciudad de San Vicente y tuvo, además, la osadía
de coronarse, él mismo, Rey de los nonualcos, utilizando para ello la corona
que ostentaba uno de los santos del templo donde coronó. Aquino dictó leyes
draconianas («Al que robe una vez se le cortará una mano; al que robe de nuevo
se lo fusilará») y sólo fue vencido a causa de la traición de uno de sus
lugar tenientes.
Desde el siglo XX ha sido tomado como un símbolo de
rebeldía y libertad por parte de los sectores políticos de izquierda.También el
arte se ha volcado sobre su figura. Aunque no se sabe con certeza la apariencia
física de Aquino, popularmente se le describe como un individuo recio, moreno y
de abundante pelo.
Atlacatl
versus Anastasio Aquino
Si podemos tener un símbolo de la resistencia nacional
indígena este es Anastasio Aquino, ¿pero por qué se potenció a la mentira? La
verdad es que son tres las mentiras en relación al indigenismo nahua-pipil y
lenca: Atonal para occidente, Atlacatl para el centro, Huistaluxitl para
oriente. Sobre esto los expertos en literatura como Jorge Lardé y Larín en su
obra, El Salvador: Descubrimiento, conquista y colonización, nos ilustra sobre
esto.
Una de las grandes dificultades del cerebro de Centro
América (El Salvador) ha sido la discusión sobre cuál debe ser el símbolo
nacional o, cuando menos cuáles deben ser esas personificaciones, valores, concepciones
y acuerdos nacionales. Este tema siempre lo han ganado los conservadores
imponiendo sus signos sobre las mayorías, que mal educadas y preocupadas por
subsistir terminan asumiendo ideogramas que nada tienen que ver con ellos.
La discusión pendiente es sobre la cosmovisión Maya, ya
que desde allí se origina nuestra historia, de cómo nos volvimos violentos de
carácter, migrantes y con poca creatividad o la ausencia de respeto al orden.
Durante el periodo de las presidencias militares, donde
se vivió bajo un riguroso conservadurismo y por ende de ideas en blanco y
negro, se volvía necesario que se construyera una historia oficial acorde a las
exigencias de las ideas dominantes del momento.
Una gama de artistas y escritores que simpatizaban con el estatus creyendo hacerle un bien, se
dedicaron a construir ídolos con pies de barro cuyas fuentes históricas no
existen.
Y es por eso el suponer con justa lógica que debió
existir un mando indígena con jefes y estructura social, pero de allí a saber
con exactitud que se llamaron Atlacatl, Atonal o Huistaluxitl es además de
temerario un engaño. Si de tener un héroe indígena se trata, es el momento de
comenzar hacerle justicia a Anastasio Aquino.
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